tag:blogger.com,1999:blog-47255557562740417002024-03-07T22:16:13.448-08:00Poesía de Rubén Daríosus mejores poemasUnknownnoreply@blogger.comBlogger92125tag:blogger.com,1999:blog-4725555756274041700.post-84587894546998033122009-05-10T18:03:00.000-07:002010-10-01T21:19:54.470-07:00Poema Canción de Otoño en Primavera de Rubén Darío<div style="text-align: center;">Juventud, divino tesoro,<br />¡ya te vas para no volver!<br />Cuando quiero llorar, no lloro...<br />y a veces lloro sin querer...<br /><br />Plural ha sido la celeste<br />historia de mi corazón.<br />Era una dulce niña, en este<br />mundo de duelo y de aflicción.<br /><br />Miraba como el alba pura;<br />sonreía como una flor.<br />Era su cabellera obscura<br />hecha de noche y de dolor.<br /><br />Yo era tímido como un niño.<br />Ella, naturalmente, fue,<br />para mi amor hecho de armiño,<br />Herodías y Salomé...<br /><br />Juventud, divino tesoro,<br />¡ya te vas para no volver!<br />Cuando quiero llorar, no lloro...<br />y a veces lloro sin querer...<br /><br />Y más consoladora y más<br />halagadora y expresiva,<br />la otra fue más sensitiva<br />cual no pensé encontrar jamás.<br /><br />Pues a su continua ternura<br />una pasión violenta unía.<br />En un peplo de gasa pura<br />una bacante se envolvía...<br /><br />En sus brazos tomó mi ensueño<br />y lo arrulló como a un bebé...<br />Y te mató, triste y pequeño,<br />falto de luz, falto de fe...<br /><br />Juventud, divino tesoro,<br />¡te fuiste para no volver!<br />Cuando quiero llorar, no lloro...<br />y a veces lloro sin querer...<br /><br />Otra juzgó que era mi boca<br />el estuche de su pasión;<br />y que me roería, loca,<br />con sus dientes el corazón.<br /><br />Poniendo en un amor de exceso<br />la mira de su voluntad,<br />mientras eran abrazo y beso<br />síntesis de la eternidad;<br /><br />y de nuestra carne ligera<br />imaginar siempre un Edén,<br />sin pensar que la Primavera<br />y la carne acaban también...<br /><br />Juventud, divino tesoro,<br />¡ya te vas para no volver!<br />Cuando quiero llorar, no lloro...<br />y a veces lloro sin querer.<br /><br />¡Y las demás! En tantos climas,<br />en tantas tierras siempre son,<br />si no pretextos de mis rimas<br />fantasmas de mi corazón.<br /><br />En vano busqué a la princesa<br />que estaba triste de esperar.<br />La vida es dura. Amarga y pesa.<br />¡Ya no hay princesa que cantar!<br /><br />Mas a pesar del tiempo terco,<br />mi sed de amor no tiene fin;<br />con el cabello gris, me acerco<br />a los rosales del jardín...<br /><br />Juventud, divino tesoro,<br />¡ya te vas para no volver!<br />Cuando quiero llorar, no lloro...<br />y a veces lloro sin querer...<br />¡Mas es mía el Alba de oro! </div>Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4725555756274041700.post-72514131614021907942009-05-09T17:59:00.000-07:002016-05-20T15:20:09.682-07:00Poema: Caracol de Rubén Darío<br />
<div style="text-align: center;">
En la playa he encontrado un caracol de oro<br />
macizo y recamado de las perlas más finas;<br />
Europa le ha tocado con sus manos divinas<br />
cuando cruzó las ondas sobre el celeste toro.<br />
<br />
He llevado a mis labios el caracol sonoro<br />
y he suscitado el eco de las dianas marinas,<br />
le acerqué a mis oídos y las azules minas<br />
me han contado en voz baja su secreto tesoro.<br />
<br />
Así la sal me llega de los vientos amargos<br />
que en sus hinchadas velas sintió la nave Argos<br />
cuando amaron los astros el sueño de Jasón;<br />
<br />
y oigo un rumor de olas y un incógnito acento<br />
y un profundo oleaje y un misterioso viento...<br />
(El caracol la forma tiene de un corazón.) </div>
Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4725555756274041700.post-38984209572585095372009-05-09T17:54:00.000-07:002009-05-09T17:54:01.258-07:00Poema: Caso de Rubén Darío<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://www.proyectosalonhogar.com/Enciclopedia_Ilustrada/Edad_Media/14-caballero-justa.gif"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 162px; height: 201px;" src="http://www.proyectosalonhogar.com/Enciclopedia_Ilustrada/Edad_Media/14-caballero-justa.gif" alt="caballero medieval" border="0" /></a><br /><div style="text-align: center;">A un cruzado caballero,<br />garrido y noble garzón,<br />en el palenque guerrero<br />le clavaron un acero<br />tan cerca del corazón,<br /><br />que el físico al contemplarle,<br />tras verle y examinarle,<br />dijo: «Quedará sin vida<br />si se pretende sacarle<br />el venablo de la herida».<br /><br />Por el dolor congojado,<br />triste, débil, desangrado,<br />después que tanto sufrió,<br />con el acero clavado<br />el caballero murió.<br /><br />Pues el físico decía<br />que, en dicho caso, quien<br />una herida tal tenía,<br />con el venablo moría,<br />sin el venablo también.<br /><br />¿No comprendes, Asunción,<br />la historia que te he contado,<br />la del garrido garzón<br />con el acero clavado<br />muy cerca del corazón?<br /><br />Pues el caso es verdadero;<br />yo soy el herido, ingrata,<br />y tu amor es el acero:<br />¡si me lo quitas, me muero;<br />si me lo dejas, me mata! </div>Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4725555756274041700.post-17444736820925982762009-05-09T17:50:00.000-07:002009-05-09T17:50:01.367-07:00Poema: Catulle Mendés de Rubén Darío<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://media-2.web.britannica.com/eb-media/90/36790-004-8E0687F9.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 190px; height: 228px;" src="http://media-2.web.britannica.com/eb-media/90/36790-004-8E0687F9.jpg" alt="Catulle Mendes" border="0" /></a><br /><div style="text-align: center;">Puede ajustarse al pecho coraza férrea y dura;<br />puede regir la lanza, la rienda del corcel;<br />sus músculos de atleta soportan la armadura...<br />pero el busca en las bocas rosadas leche y miel.<br /><br />Artista, hijo de Capua, que adora la hermosura,<br />la carne femenina prefiere su pincel;<br />y en el recinto oculto de tibia alcoba oscura<br />agrega mirto y rosas a su triunfal laurel.<br /><br />Canta de los oaristis el delicioso instante,<br />los besos y el delirio de la mujer amante,<br />y en sus palabras tiene perfume, alma, color.<br /><br />Su ave es la venusina, la tímida paloma.<br />Vencido hubiera en Grecia, vencido hubiera en Roma,<br />en todos los combates del arte o del amor. </div>Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4725555756274041700.post-83022435353710318342009-05-08T17:48:00.000-07:002009-05-08T17:48:00.657-07:00Poema: Caupolicán de Rubén Darío<div style="text-align: center;">Es algo formidable que vio la vieja raza:<br />robusto tronco de árbol al hombro de un campeón<br />salvaje y aguerrido, cuya fornida maza<br />blandiera el brazo de Hércules, o el brazo de Sansón.<br /><br />Por casco sus cabellos, su pecho por coraza,<br />pudiera tal guerrero, de Arauco en la región,<br />lancero de los bosques, Nemrod que todo caza,<br />desjarretar un toro, o estrangular un león.<br /><br />Anduvo, anduvo, anduvo. Le vio la luz del día,<br />le vio la tarde pálida, le vio la noche fría,<br />y siempre el tronco de árbol a cuestas del titán.<br /><br />«¡El Toqui, el Toqui!» clama la conmovida casta.<br />Anduvo, anduvo, anduvo. La aurora dijo: «Basta»,<br />e irguióse la alta frente del gran Caupolicán. </div>Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4725555756274041700.post-27306124101808175712009-05-08T17:41:00.000-07:002009-05-08T17:41:00.518-07:00Poema: Coloquio de los Centauros de Rubén Darío<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://www.darkfall.es/monstruos/centauros_p1.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 270px; height: 135px;" src="http://www.darkfall.es/monstruos/centauros_p1.jpg" alt="los centauros" border="0" /></a><br /><div style="text-align: center;">En la isla en que detiene su esquife el argonauta<br />del inmortal Ensueño, donde la eterna pauta<br />de las eternas liras se escucha isla de oro<br />en que el tritón elige su caracol sonoro<br />y la sirena blanca va a ver el sol un día<br />se oye el tropel vibrante de fuerza y de harmonía.<br /><br />Son los Centauros. Cubren la llanura. Les siente<br />la montaña. De lejos, forman són de torrente<br />que cae; su galope al aire que reposa<br />despierta, y estremece la hoja del laurel-rosa.<br /><br />Son los Centauros. Unos enormes, rudos; otros<br />alegres y saltantes como jóvenes potros;<br />unos con largas barbas como los padres-ríos;<br />otros imberbes, ágiles y de piafantes bríos,<br />y robustos músculos, brazos y lomos aptos<br />para portar las ninfas rosadas en los raptos.<br /><br />Van en galope rítmico, Junto a un fresco boscaje,<br />frente al gran Océano, se paran. El paisaje<br />recibe de la urna matinal luz sagrada<br />que el vasto azul suaviza con límpida mirada.<br />Y oyen seres terrestres y habitantes marinos<br />la voz de los crinados cuadrúpedos divinos.<br /><br />QUIRÓN<br /><br />Calladas las bocinas a los tritones gratas,<br />calladas las sirenas de labios escarlatas,<br />los carrillos de Eolo desinflados, digamos<br />junto al laurel ilustre de florecidos ramos<br />la gloria inmarcesible de las Musas hermosas<br />y el triunfo del terrible misterio de las cosas.<br />He aquí que renacen los lauros milenarios;<br />vuelven a dar su lumbre los viejos lampadarios;<br />y anímase en mi cuerpo de Centauro inmortal<br />la sangre del celeste caballo paternal.<br /><br />RETO<br /><br />Arquero luminoso, desde el Zodíaco llegas;<br />aun presas en las crines tienes abejas griegas;<br />aun del dardo herakleo muestras la roja herida<br />por do salir no pudo la esencia de tu vida.<br />¡Padre y Maestro excelso! Eres la fuente sana<br />de la verdad que busca la triste raza humana:<br />aun Esculapio sigue la vena de tu ciencia;<br />siempre el veloz Aquiles sustenta su existencia<br />con el manjar salvaje que le ofreciste un día,<br />y Herakles, descuidando su maza, en la harmonía<br />de los astros, se eleva bajo el cielo nocturno...<br /><br />QUIRÓN<br /><br />La ciencia es flor del tiempo: mi padre fue Saturno.<br /><br />ABANTES<br /><br />Himnos a la sagrada Naturaleza; al vientre<br />de la tierra y al germen que entre las rocas y entre<br />las carnes de los árboles, y dentro humana forma,<br />es un mismo secreto y es una misma norma,<br />potente y sutilísimo, universal resumen<br />de la suprema fuerza, de la virtud del Numen.<br /><br />QUIRÓN<br /><br />¡Himnos! Las cosas tienen un ser vital; las cosas<br />tienen raros aspectos, miradas misteriosas;<br />toda forma es un gesto, una cifra, un enigma;<br />en cada átomo existe un incógnito estigma;<br />cada hoja de cada árbol canta un propio cantar<br />y hay un alma en cada una de las gotas del mar;<br />el vate, el sacerdote, suele oír el acento<br />desconocido; a veces enuncia el vago viento<br />un misterio; y revela una inicial la espuma<br />o la flor; y se escuchan palabras de la bruma;<br />y el hombre favorito del Numen, en la linfa<br />o la ráfaga encuentra mentor ?demonio o ninfa.<br /><br />FOLO<br /><br />El biforme ixionida comprende de la altura,<br />por la materna gracia, la lumbre que fulgura,<br />la nube que se anima de luz y que decora<br />el pavimento en donde rige su carro Aurora,<br />y la banda de Iris que tiene siete rayos<br />cual la lira en sus brazos siete cuerdas, los mayos<br />en la fragante tierra llenos de ramos bellos,<br />y el Polo coronado de cándidos cabellos.<br />El ixionida pasa veloz por la montaña<br />rompiendo con el pecho de la maleza huraña<br />los erizados brazos, las cárceles hostiles;<br />escuchan sus orejas los ecos más sutiles:<br />sus ojos atraviesan las intrincadas hojas<br />mientras sus manos toman para sus bocas rojas<br />las frescas bayas altas que el sátiro codicia;<br />junto a la oculta fuente su mirada acaricia<br />las curvas de las ninfas del séquito de Diana;<br />pues en su cuerpo corre también la esencia humana<br />unida a la corriente de la savia divina<br />y a la salvaje sangre que hay en la bestia equina.<br />Tal el hijo robusto de Ixión y de la Nube.<br /><br />QUIRÓN<br /><br />Sus cuatro patas bajan; su testa erguida sube.<br /><br />ORNEO<br /><br />Yo comprendo el secreto de la bestia. Malignos<br />seres hay y benignos. Entre ellos se hacen signos<br />de bien y mal, de odio o de amor, o de pena<br />o gozo: el cuervo es malo y la torcaz es buena.<br /><br />QUIRÓN<br /><br />Ni es la torcaz benigna, ni es el cuervo protervo:<br />son formas del Enigma la paloma y el cuervo.<br /><br />ASTILO<br /><br />El Enigma es el soplo que hace cantar la lira.<br /><br />NESO<br /><br />¡El Enigma es el rostro fatal de Deyanira!<br />MI espalda aun guarda el dulce perfume de la bella;<br />aun mis pupilas llaman su claridad de estrella.<br />¡Oh aroma de su sexo! ¡O rosas y alabastros!<br />¡Oh envidia de las flores y celos de los astros!<br /><br />QUIRÓN<br /><br />Cuando del sacro abuelo la sangre luminosa<br />con la marina espuma formara nieve y rosa,<br />hecha de rosa y nieve nació la Anadiomena.<br />Al cielo alzó los brazos la lírica sirena,<br />los curvos hipocampos sobre las verdes ondas<br />levaron los hocicos; y caderas redondas,<br />tritónicas melenas y dorsos de delfines<br />junto a la Reina nueva se vieron. Los confines<br />del mar llenó el grandioso clamor; el universo<br />sintió que un nombre harmónico sonoro como un verso<br />llenaba el hondo hueco de la altura; ese nombre<br />hizo gemir la tierra de amor: fue para el hombre<br />más alto que el de Jove; y los númenes mismos<br />lo oyeron asombrados; los lóbregos abismos<br />tuvieron una gracia de luz. ¡VENUS impera!<br />Ella es entre las reinas celestes la primera,<br />pues es quien tiene el fuerte poder de la Hermosura.<br />¡Vaso de miel y mirra brotó de la amargura!<br />Ella es la más gallarda de las emperatrices;<br />princesa de los gérmenes, reina de las matrices,<br />señora de las savias y de las atracciones,<br />señora de los besos y de los corazones.<br /><br />EURITO<br /><br />¡No olvidaré los ojos radiantes de Hipodamia!<br /><br />HIPEA<br /><br />Yo sé de la hembra humana la original infamia.<br />Venus anima artera sus máquinas fatales;<br />tras sus radiantes ojos ríen traidores males;<br />de su floral perfume se exhala sutil daño;<br />su cráneo obscuro alberga bestialidad y engaño.<br />Tiene las formas puras del ánfora, y la risa<br />del agua que la brisa riza y el sol irisa;<br />mas la ponzoña ingénita su máscara pregona:<br />mejores son el águila, la yegua y la leona.<br />De su húmeda impureza brota el calor que enerva<br />los mismos sacros dones de la imperial Minerva;<br />y entre sus duros pechos, lirios del Aqueronte,<br />hay un olor que llena la barca de Caronte.<br /><br />ODITES<br /><br />Como una miel celeste hay en su lengua fina;<br />su piel de flor aun húmeda está de agua marina.<br />Yo he visto de Hipodamia la faz encantadora,<br />la cabellera espesa, la pierna vencedora;<br />ella de la hembra humana fuera ejemplar augusto;<br />ante su rostro olímpico no habría rostro adusto;<br />las Gracias junto a ella quedarían confusas,<br />y las ligeras Horas y las sublimes Musas<br />por ella detuvieran sus giros y su canto.<br /><br />HIPEA<br /><br />Ella la causa fuera de inenarrable espanto:<br />por ella el ixionida dobló su cuello fuerte.<br />La hembra humana es hermana del Dolor y la Muerte.<br /><br />QUIRÓN<br /><br />Por suma ley un día llegará el himeneo<br />que el soñador aguarda: Cenis será Ceneo;<br />claro será el origen del femenino arcano:<br />la Esfinge tal secreto dirá a su soberano.<br /><br />CLITO<br /><br />Naturaleza tiende sus brazos y sus pechos<br />a los humanos seres; la clave de los hechos<br />conócela el vidente; Homero con su báculo,<br />en su gruta Deifobe, la lengua del Oráculo.<br /><br />CAUMANTES<br /><br />El monstruo expresa un ansia del corazón del Orbe,<br />en el Centauro el bruto la vida humana absorbe,<br />el sátiro es la selva sagrada y la lujuria,<br />une sexuales ímpetus a la harmoniosa furia.<br />Pan junta la soberbia de la montaña agreste<br />al ritmo de la inmensa mecánica celeste;<br />la boca melodiosa que atrae en Sirenusa<br />es de la fiera alada y es de la suave musa;<br />con la bicorne bestia Pasifae se ayunta,<br />Naturaleza sabia formas diversas junta,<br />y cuando tiende al hombre la gran Naturaleza,<br />el monstruo, siendo el símbolo, se viste de belleza.<br /><br />GRINEO<br /><br />Yo amo lo inanimado que amó el divino Hesiodo.<br /><br />QUIRÓN<br /><br />Grineo, sobre el mundo tiene un ánima todo.<br /><br />GRINEO<br /><br />He visto, entonces, raros ojos fijos en mí:<br />los vivos ojos rojos del alma del rubí;<br />los ojos luminosos del alma del topacio<br />y los de la esmeralda que del azul espacio<br />la maravilla imitan; los ojos de las gemas<br />de brillos peregrinos y mágicos emblemas.<br />Amo el granito duro que el arquitecto labra<br />y el mármol en que duermen la línea y la palabra...<br /><br />QUIRÓN<br /><br />A Deucalión y a Pirra, varones y mujeres<br />las piedras aun intactas dijeron: "¿Qué nos quieres?"<br /><br />LÍCIDAS<br /><br />Yo he visto los lemures florar, en los nocturnos<br />instantes, cuando escuchan los bosques taciturnos<br />el loco grito de Atis que su dolor revela<br />o la maravillosa canción de Filomela.<br />El galope apresuro, si en el boscaje miro<br />manes que pasan, y oigo su fúnebre suspiro.<br />Pues de la Muerte el hondo, desconocido Imperio,<br />guarda el pavor sagrado de su fatal misterio.<br /><br />ARNEO<br /><br />La Muerte es de la Vida la inseparable hermana.<br /><br />QUIRÓN<br /><br />La Muerte es la victoria de la progenie humana.<br /><br />MEDÓN<br /><br />¡La Muerte! Yo la he visto. No es demacrada y mustia<br />ni ase corva guadaña, ni tiene faz de angustia.<br />Es semejante a Diana, casta y virgen como ella;<br />en su rostro hay la gracia de la núbil doncella<br />y lleva una guirnalda de rosas siderales.<br />En su siniestra tiene verdes palmas triunfales,<br />y en su diestra una copa con agua del olvido.<br />A sus pies, como un perro, yace un amor dormido.<br /><br />AMICO<br /><br />Los mismos dioses buscan la dulce paz que vierte.<br /><br />QUIRÓN<br /><br />La pena de los dioses es no alcanzar la Muerte.<br /><br />EURITO<br /><br />Si el hombre ?Prometeo? pudo robar la vida,<br />la clave de la muerte serále concedida.<br /><br />QUIRÓN<br /><br />La virgen de las vírgenes es inviolable y pura.<br />Nadie su casto cuerpo tendrá en la alcoba obscura,<br />ni beberá en sus labios el grito de la victoria,<br />ni arrancará a su frente las rosas de su gloria...<br /><br />* * *<br /><br />Mas he aquí que Apolo se acerca al meridiano.<br />Sus truenos prolongados repite el Oceano.<br />Bajo el dorado carro del reluciente Apolo<br />vuelve a inflar sus carrillos y sus odres Eolo.<br />A lo lejos, un templo de mármol se divisa<br />entre laureles-rosa que hace cantar la brisa.<br />Con sus vibrantes notas de Céfiro desgarra<br />la veste transparente la helénica cigarra,<br />y por el llano extenso van en tropel sonoro<br />los Centauros, y al paso, tiembla la Isla de Oro. </div>Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4725555756274041700.post-49525570389892600262009-05-08T17:36:00.000-07:002009-05-08T17:36:00.761-07:00Poema: Cosas del Cid de Rubén Darío<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://www.humano.ya.com/coralcasadeeuro/El_Cid.JPG"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 270px; height: 197px;" src="http://www.humano.ya.com/coralcasadeeuro/El_Cid.JPG" alt="el Cid Campeador" border="0" /></a><br /><div style="text-align: center;">Cuenta Barbey, en versos que valen bien su prosa,<br />una hazaña del Cid, fresca como una rosa,<br />pura como una perla. No se oyen en la hazaña<br />resonar en el viento las trompetas de España,<br />ni el azorado moro las tiendas abandona<br />al ver al sol el alma de acero de Tizona.<br /><br />Babieca descansando del huracán guerrero,<br />tranquilo pace, mientras el bravo caballero<br />sale a gozar del aire de la estación florida.<br />Ríe la Primavera, y el vuelo de la vida<br />abre lirios y sueños en el jardín del mundo.<br />Rodrigo de Vivar pasa, meditabundo,<br />por una senda en donde, bajo el sol glorioso,<br />tendiéndole la mano, le detiene un leproso.<br /><br />Frente a frente, el soberbio príncipe del estrago<br />y la victoria, joven, bello como Santiago,<br />y el horror animado, la viviente carroña<br />que infecta los suburbios de hedor y de ponzoña.<br /><br />Y al Cid tiende la mano el siniestro mendigo,<br />y su escarcela busca y no encuentra Rodrigo.<br />?¡Oh, Cid, una limosna! ?dice el pobrecito.<br />?Hermano,<br />¡te ofrezco la desnuda limosna de mi mano!<br />?dice el Cid; y, quitando su férreo guante, extiende<br />la diestra al miserable, que llora y que comprende.<br /><br />Tal es el sucedido que el Condestable escancia<br />como un vino precioso en su copa de Francia.<br />Yo agregaré este sorbo de licor castellano:<br /><br />*<br /><br />Cuando su guantelete hubo vuelto a la mano,<br />el Cid siguió su rumbo por la primaveral<br />senda. Un pájaro daba su nota de cristal<br />en un árbol. El cielo profundo desleía<br />un perfume de gracia en la gloria del día.<br />Las ermitas lanzaban en el aire sonoro<br />su melodiosa lluvia de tórtolas de oro;<br />el alma de las flores iba por los caminos<br />a unirse a la piadosa voz de los peregrinos<br />y el gran Rodrigo Díaz de Vivar, satisfecho,<br />iba cual si llevase una estrella en el pecho.<br />Cuando de la campiña, aromada de esencia<br />sutil, salió una niña vestida de inocencia,<br />una niña que fuera una mujer, de franca<br />y angélica pupila, y muy dulce y muy blanca.<br />Una niña que fuera un hada, o que surgiera<br />encarnación de la divina Primavera.<br /><br />Y fue al Cid y le dijo: «Alma de amor y fuego,<br />por Jimena y por Dios un regalo te entrego,<br />esta rosa naciente y este fresco laurel».<br />Y el Cid, sobre su yelmo las frescas hojas siente,<br />en su guante de hierro hay una flor naciente,<br />y en lo íntimo del alma como un dulzor de miel. </div>Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4725555756274041700.post-86546408934082047772009-05-07T17:32:00.000-07:002009-05-07T17:32:01.347-07:00Poema: Día de Dolor de Rubén Darío<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://elunicornioexiste.blogsome.com/images/resting20angel.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 265px; height: 216px;" src="http://elunicornioexiste.blogsome.com/images/resting20angel.jpg" alt="angel triste" border="0" /></a><br /><div style="text-align: center;">¡Día de dolor,<br />aquel en que vuela para siempre el ángel<br />del primer amor!<br /></div>Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4725555756274041700.post-21340102471662119202009-05-07T17:20:00.000-07:002009-05-07T17:20:00.677-07:00Poema: De Invierno de Rubén Darío<div style="text-align: center;">En invernales horas, mirad a Carolina.<br />Medio apelotonada, descansa en el sillón,<br />envuelta con su abrigo de marta cibelina<br />y no lejos del fuego que brilla en el salón.<br /><br />El fino angora blanco junto a ella se reclina,<br />rozando con su hocico la falda de Aleçón,<br />no lejos de las jarras de porcelana china<br />que medio oculta un biombo de seda del Japón.<br /><br />Con sus sutiles filtros la invade un dulce sueño:<br />entro, sin hacer ruido: dejo mi abrigo gris;<br />voy a besar su rostro, rosado y halagüeño<br /><br />como una rosa roja que fuera flor de lis.<br />Abre los ojos; mírame con su mirar risueño,<br />y en tanto cae la nieve del cielo de París. </div>Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4725555756274041700.post-4387719523524029732009-05-07T17:17:00.000-07:002009-05-07T17:17:00.548-07:00Poema: De Otoño de Rubén Darío<div style="text-align: center;">Yo sé que hay quienes dicen: ¿por qué no canta ahora<br />con aquella locura armoniosa de antaño?<br />Ésos no ven la obra profunda de la hora,<br />la labor del minuto y el prodigio del año.<br /><br />Yo, pobre árbol, produje, al amor de la brisa,<br />cuando empecé a crecer, un vago y dulce son.<br />Pasó ya el tiempo de la juvenil sonrisa:<br />¡dejad al huracán mover mi corazón! </div>Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4725555756274041700.post-46729683074572080582009-05-06T17:14:00.000-07:002009-05-06T17:14:00.339-07:00Poema: Del Campo de Rubén Darío<div style="text-align: center;">¡Pradera, feliz día! Del regio Buenos Aires<br />quedaron allá lejos el fuego y el hervor;<br />hoy en tu verde triunfo tendrán mis sueños vida,<br />respiraré tu aliento, me bañaré en tu sol.<br /><br />Muy buenos días, huerto. Saludo la frescura<br />que brota de las ramas de tu durazno en flor;<br />formada de rosales, tu calle de Florida<br />mira pasar la Gloria, la Banca y el Sport.<br /><br />Un pájaro poeta rumia en su buche versos;<br />chismoso y petulante, charlando va un gorrión;<br />las plantas trepadoras conversan de política;<br />las rosas y los lirios del arte y del amor.<br /><br />Rigiendo su cuadriga de mágicas libélulas,<br />de sueños millonarios, pasa el travieso Puck;<br />y, espléndida sportwoman, en su celeste carro,<br />la emperatriz Titania seguida de Oberón.<br /><br />De noche, cuando muestra su medio anillo de oro<br />bajo el azul tranquilo, la amada de Pierrot,<br />es una fiesta pálida la que en el huerto reina,<br />toca en la lira el aire su do-re-mi-fa-sol.<br /><br />Curiosas las violetas a su balcón se asoman.<br />Y una suspira: «¡lástima que falte el ruiseñor!»<br />Los silfos acompasan la danza de las brisas<br />en un walpurgis vago de aromas y de visión.<br /><br />De pronto se oye el eco del grito de la pampa;<br />brilla como una puesta del argentino sol;<br />y un espectral jinete como una sombra cruza,<br />sobre su espalda un poncho; sobre su faz, dolor.<br /><br />¿Quién eres, solitario viajero de la noche?<br />Yo soy la Poesía que un tiempo aquí reinó:<br />Yo soy el primer gaucho que parte para siempre,<br />de nuestra vieja patria llevando el corazón. </div>Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4725555756274041700.post-59778503716650344422009-05-06T17:12:00.000-07:002009-05-06T17:12:00.933-07:00Poema: Del Trópico de Rubén Darío<div style="text-align: center;">Qué alegre y fresca la mañanita!<br />Me agarra el aire por la nariz:<br />los perros ladran, un chico grita<br />y una muchacha gorda y bonita,<br />junto a una piedra, muele maíz.<br /><br />Un mozo trae por un sendero<br />sus herramientas y su morral:<br />otro con caites y sin sombrero<br />busca una vaca con su ternero<br />para ordeñarla junto al corral.<br /><br />Sonriendo a veces a la muchacha,<br />que de la piedra pasa al fogón,<br />un sabanero de buena facha,<br />casi en cuclillas afila el hacha<br />sobre una orilla del mollejón.<br /><br />Por las colinas la luz se pierde<br />bajo el cielo claro y sin fin;<br />ahí el ganado las hojas muerde,<br />y hay en los tallos del pasto verde,<br />escarabajos de oro y carmín.<br /><br />Sonando un cuerno corvo y sonoro,<br />pasa un vaquero, y a plena luz<br />vienen las vacas y un blanco toro,<br />con unas manchas color de oro<br />por la barriga y en el testuz.<br /><br />Y la patrona, bate que bate,<br />me regocija con la ilusión<br />de una gran taza de chocolate,<br />que ha de pasarme por el gaznate<br />con la tostada y el requesón. </div>Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4725555756274041700.post-6689593202719380162009-05-06T17:08:00.000-07:002009-05-06T17:08:01.304-07:00Poema: Dice Mía de Rubén Darío<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://i5.photobucket.com/albums/y188/gusrodoo/Exposicion%20Insectos/000Crisalida1.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 148px; height: 196px;" src="http://i5.photobucket.com/albums/y188/gusrodoo/Exposicion%20Insectos/000Crisalida1.jpg" alt="crisalida de mariposa" border="0" /></a><br /><div style="text-align: center;">Mi pobre alma pálida<br />era una crisálida.<br />Luego, mariposa<br />de color de rosa.<br /><br />Un céfiro inquieto<br />dijo mi secreto...<br />¿Has sabido tu secreto un día?<br /><br />¡Oh Mía!<br /><br />Tu secreto es una<br />melodía de un rayo de luna...<br />¿Una melodía? </div>Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4725555756274041700.post-45064045016376580422009-05-05T17:06:00.000-07:002009-05-05T17:06:01.313-07:00Poema: Divagación de Rubén Darío<div style="text-align: center;">¿Vienes? Me llega aquí, pues que suspiras,<br />un soplo de las mágicas fragancias<br />que hicieron los delirios de las liras<br />en las Grecias, las Romas y las Francias.<br /><br />¡Suspira así! Revuelen las abejas,<br />al olor de la olímpica ambrosía,<br />en los perfumes que en el aire dejas;<br />y el dios de piedra se despierta y ría.<br /><br />Y el dios de piedra se despierte y cante<br />la gloria de los tirsos florecientes<br />en el gesto ritual de la bacante<br />de rojos labios y nevados dientes:<br /><br />En el gesto ritual que en las hermosas<br />Ninfalias guía a la divina hoguera,<br />hoguera que hace llamear las rosas<br />en las manchadas pieles de pantera.<br /><br />Y pues amas reír, ríe, y la brisa<br />lleve el son de los líricos cristales<br />de tu reír, y haga temblar la risa<br />la barba de Términos joviales.<br /><br />Mira hacia el lado del boscaje, mira<br />blanquear el muslo de marfil de Diana,<br />y después de la Virgen, la Hetaíra<br />diosa, blanca, rosa y rubia hermana.<br /><br />Pasa en busca de Adonis; sus aromas<br />deleitan a las rosas y los nardos;<br />síguela una pareja de palomas,<br />y hay tras ella una fuga de leopardos.<br /><br />* * *<br /><br />¿Te gusta amar en griego? Yo las fiestas<br />galantes busco, en donde se recuerde,<br />al suave son de rítmicas orquestas,<br />la tierra de la luz y el mirto verde.<br /><br />(Los abates refieren aventuras<br />a las rubias marquesas. Soñolientos<br />filósofos defienden las ternuras<br />del amor, con sutiles argumentos,<br /><br />mientras que surge de la verde grama,<br />en la mano el acanto de Corinto,<br />una ninfa a quien puso un epigrama<br />Beaumarchais, sobre el mármol de su plinto.<br /><br />Amo más que la Grecia de los griegos<br />la Grecia de la Francia, porque Francia,<br />al eco de las Risas y los Juegos,<br />su más dulce licor Venus escancia.<br /><br />Demuestran más encantos y perfidias,<br />coronadas de flores y desnudas,<br />las diosas de Glodión que las de Fidias;<br />unas cantan francés, otras son mudas.<br /><br />Verlaine es más que Sócrates; y Arsenio<br />Houssaye supera al viejo Anacreonte.<br />En París reinan el Amor y el Genio.<br />Ha perdido su imperio el dios bifronte.<br /><br />Monsieur Prudhomme y Homais no saben nada.<br />Hay Chipres, Pafos, Tempes y Amatuntes,<br />donde el amor de mi madrina, un hada,<br />tus frescos labios a los míos juntes).<br /><br />Sones de bandolín. El rojo vino<br />conduce un paje rojo. ¿Amas los sones<br />del bandolín, y un amor florentino?<br />Serás la reina en los decamerones,<br />la barba de los Términos joviales.<br /><br />(Un coro de poetas y pintores<br />cuenta historias picantes. Con maligna<br />sonrisa alegre aprueban los señores.<br />Clelia enrojece, una dueña se signa).<br /><br />¿O un amor alemán??que no han sentido<br />jamás los alemanes?: la celeste<br />Gretchen; claro de luna; el aria; el nido<br />del ruiseñor; y en una roca agreste,<br /><br />la luz de nieve que del cielo llega<br />y baña a una hermosa que suspira<br />la queja vaga que a la noche entrega<br />Loreley en la lengua de la lira.<br /><br />Y sobre el agua azul el caballero<br />Lohengrín; y su cisne, cual si fuese<br />un cincelado témpano viajero,<br />con su cuello enarcado en forma de S.<br /><br />Y del divino Enrique Heine un canto,<br />a la orilla del Rhin; y del divino<br />Wolfang la larga cabellera, el manto;<br />y de la uva teutona el blanco vino.<br /><br />O amor lleno de sol, amor de España,<br />amor lleno de púrpuras y oros;<br />amor que da el clavel, la flor extraña<br />regada con la sangre de los toros;<br /><br />flor de gitanas, flor que amor recela,<br />amor de sangre y luz, pasiones locas;<br />flor que trasciende a clavo y a canela,<br />roja cual las heridas y las bocas.<br /><br />* * *<br /><br />¿Los amores exóticos acaso...?<br />Como rosa de Oriente me fascinas:<br />me deleitan la seda, el oro, el raso.<br />Gautier adoraba a las princesas chinas.<br /><br />¡Oh bello amor de mil genuflexiones:<br />torres de kaolín, pies imposibles,<br />tasas de té, tortugas y dragones,<br />y verdes arrozales apacibles!<br /><br />Ámame en chino, en el sonoro chino<br />de Li-Tai-Pe. Yo igualaré a los sabios<br />poetas que interpretan el destino;<br />madrigalizaré junto a tus labios.<br /><br />Diré que eres más bella que la Luna:<br />que el tesoro del cielo es menos rico<br />que el tesoro que vela la importuna<br />caricia de marfil de tu abanico.<br /><br />* * *<br /><br />Ámame japonesa, japonesa<br />antigua, que no sepa de naciones<br />occidentales; tal una princesa<br />con las pupilas llenas de visiones,<br /><br />que aun ignorase en la sagrada Kioto,<br />en su labrado camarín de plata<br />ornado al par de crisantemo y loto,<br />la civilización del Yamagata.<br /><br />O con amor hindú que alza sus llamas<br />en la visión suprema de los mitos,<br />y hacen temblar en misteriosas bramas<br />la iniciación de los sagrados ritos.<br /><br />En tanto mueven tigres y panteras<br />sus hierros, y en los fuertes elefantes<br />sueñan con ideales bayaderas<br />los rajahs, constelados de brillantes.<br /><br />O negra, negra como la que canta<br />en su Jerusalén al rey hermoso,<br />negra que haga brotar bajo su planta<br />la rosa y la cicuta del reposo...<br /><br />Amor, en fin, que todo diga y cante,<br />amor que encante y deje sorprendida<br />a la serpiente de ojos de diamante<br />que está enroscada al árbol de la vida.<br /><br />Ámame así, fatal cosmopolita,<br />universal, inmensa, única, sola<br />y todas; misteriosa y erudita:<br />ámame mar y nube, espuma y ola.<br /><br />Sé mi reina de Saba, mi tesoro;<br />descansa en mis palacios solitarios.<br />Duerme. Yo encenderé los incensarios.<br />Y junto a mi unicornio cuerno de oro,<br />tendrán rosas y miel tus dromedarios. </div>Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4725555756274041700.post-30573964116196336642009-05-05T17:05:00.000-07:002009-05-05T17:05:00.685-07:00Poema: Divagaciones de Rubén Darío<div style="text-align: center;">Mis ojos espantos han visto,<br />tal ha sido mi triste suerte;<br />cual la de mi Señor Jesucristo,<br />mi alma está triste hasta la muerte.<br /><br />Hombre malvado y hombre listo<br />en mi enemigo se convierte;<br />cual la de mi Señor Jesucristo,<br />mi alma está triste hasta la muerte.<br /><br />Desde que soy, desde que existo,<br />mi pobre alma armonías vierte.<br />Cual la de mi Señor Jesucristo,<br />mi alma está triste hasta la muerte. </div>Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4725555756274041700.post-21391246746512333872009-05-04T17:03:00.000-07:002009-05-04T17:03:01.331-07:00Poema: Dream de Rubén Darío<div style="text-align: center;">Se desgrana un cristal fino<br />sobre el sueño de una flor;<br />trina el poeta divino...<br />¡Bien trinado, Ruiseñor!<br /><br />Bottom oye ese cristal<br />caer, y bajo la brisa<br />se siente sentimental.<br />Titania toda es sonrisa.<br /><br />Shakespeare va por la floresta,<br />Heine hace un lied de la tarde...<br />Hugo acompaña la Fiesta<br />Chez Thérèse. Verlaine arde<br /><br />en las llamas de las rosas,<br />alocado y sensitivo,<br />y dice a las ninfas cosas<br />entre un querubín y un chivo.<br /><br />Aubrey Beardsley se desliza<br />como un silfo zahareño;<br />con carbón, nieve y ceniza<br />da carne y alma al ensueño.<br /><br />Nerval suspira a la Luna,<br />Laforgue suspira de<br />males de genio y fortuna.<br />Va en silencio Mallarmé. </div>Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4725555756274041700.post-62576348883478410132009-05-04T17:00:00.000-07:002009-05-04T17:00:05.044-07:00Poema: El Ala del Cuervo de Rubén Darío<div style="text-align: center;">I<br /><br />¡Ea! apretad esas cinchas<br />y apercibid los overos;<br />y que ya tasquen los potros<br />el bocado de los frenos.<br />Preparad las jabalinas,<br />poned traílla a los perros;<br />sonad las trompas de caza<br />y azores llevad dispuestos.<br />¿Ya estáis listos? Pues aprisa,<br />vamos al bosque siniestro.<br /><br />II<br /><br />Quien tal dice es un altivo,<br />noble y alto caballero<br />que, con sus alrededores,<br />tiene la comarca en feudo.<br />Es Don Pedro de Almendares,<br />el infanzón altanero<br />a quien, por lo valeroso,<br />ninguno venció en el duelo.<br />El que ha astillado sus lanzas<br />en las justas y torneos,<br />siempre sereno y triunfante,<br />sin temores ni recelos.<br /><br />III<br /><br />Es Violante una doncella<br />con unos ojos muy negros,<br />con unos oscuros rizos<br />que cuando le caen sueltos<br />por la garganta blanquísima,<br />por la espalda y por el seno,<br />fingen en fondo de mármol<br />mallas finísimas de ébano.<br />Don Pedro adora a Violante<br />y Violante ama a Don Pedro;<br />y ambos gozan en deliquios<br />de ardorosos embelesos.<br /><br />IV<br /><br />Pero Violante, la hermosa,<br />se enciende en llamas de celos,<br />sin que nada de sus ansias<br />pueda aminorar el fuego.<br />La linda Violante busca<br />para sus males remedio,<br />y a un nigromante interroga<br />contándole sus secretos.<br />El nigromante medita;<br />y luego, fruncido el ceño,<br />busca en yerbas misteriosas<br />filtros; y ve los luceros;<br />y en caballísticos signos<br />quiere hallar el verdadero<br />modo de que sus retortas<br />puedan curar aquel pecho.<br />Por fin, después de lograr<br />descifrar aquel misterio,<br />y ya encontrada la clave<br />del enigma, dijo luego<br />a Violante: ?Que el que os ama<br />os traiga el ala de un cuervo;<br />y con el oscuro copo<br />del suave plumaje negro,<br />podréis curar la dolencia,<br />llevándole junto al pecho.<br /><br />V<br /><br />Por eso va en su corcel<br />el valeroso Don Pedro,<br />y con sus gentes al bosque,<br />con jaurías y pertrechos.<br />Ese es el bosque maldito,<br />ese es el bosque siniestro,<br />del que mil supersticiones<br />andan en boca del pueblo.<br />Con temor van caminando<br />ojeadores y monteros,<br />que a ese bosque nunca llegan<br />porque les ataja el miedo.<br />Don Pedro, el bosque es terrible.<br />...Don Pedro se ríe de eso;<br />que no teme ese hijodalgo<br />ni a los vivos ni a los muertos.<br />Ese bosque está maldito.<br />No importa dice Don Pedro.<br />Y siguen andando, andando;<br />y ya están del bosque dentro;<br />y ya los toques de caza<br />repiten sonoros cuernos,<br />y van los genios del aire<br />desparramando los ecos.<br />Don Pedro no busca fieras<br />ni sigue la pista a ciervos,<br />ni a cerdosos jabalíes;<br />él busca un nido de cuervos.<br /><br />VI<br /><br />Iba la noche empezando;<br />el día iba oscureciendo;<br />cuando en un árbol robusto<br />medio destroncado y seco,<br />graznó un cuervo enorme echado<br />en unos grietosos huecos;<br />sus ojos fosforescentes,<br />su corvo pico entreabierto.<br /><br />VII<br /><br />Don Pedro fuese hacia él<br />afanoso ya y contento;<br />puso en comba un arco entonces,<br />y disparó... cuando el cuervo<br />como una flecha veloz<br />voló donde el caballero;<br />hincó en los hombros robustos<br />sus largas uñas de acero,<br />y con picotazos rápidos<br />le sacó los ojos negros...<br />Don Pedro dio un hondo grito,<br />mas mató al pájaro; y luego<br />le sacaron aterrados<br />servidores y pecheros<br />de aquel lugar tenebroso,<br />de en medio el bosque siniestro.<br />Fue al castillo de Violante,<br />con un ala entre sus dedos<br />del pájaro, y a la hermosa<br />le dijo: Mira, estoy ciego;<br />por ti he perdido mis ojos<br />ángel de mis dulces sueños...<br />Yo llegué al bosque maldito<br />y me castigó el infierno.<br /><br />VIII<br /><br />La niña miróle entonces<br />y le dijo: Buen mancebo,<br />yo ya no puedo quererte:<br />primero, porque eres ciego;<br />y después, porque el de Alcántara,<br />noble señor extranjero,<br />pidió a mi padre mi mano<br />y nos casamos hoy mesmo.<br /><br />IX<br /><br />Dio un grito de horror terrible,<br />y tornado loco el ciego,<br />en carrera desatada,<br />fue tropezando y cayendo<br />por los bosques; y apretando<br />contra el dolorido pecho,<br />entre los puños crispados,<br />la espantosa ala del cuervo. </div>Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4725555756274041700.post-2691461995728221622009-05-04T16:39:00.000-07:002009-05-04T16:39:00.546-07:00Poema: El Canto Errante de Rubén Darío<div style="text-align: center;">El cantor va por todo el mundo<br />sonriente o meditabundo.<br /><br />El cantor va sobre la tierra<br />en blanca paz o en roja guerra.<br /><br />Sobre el lomo del elefante<br />por la enorme India alucinante.<br /><br />En palanquín y en seda fina<br />por el corazón de la China;<br /><br />en automóvil en Lutecia;<br />en negra góndola en Venecia;<br /><br />sobre las pampas y los llanos<br />en los potros americanos;<br /><br />por el río va en la canoa,<br />o se le ve sobre la proa<br /><br />de un steamer sobre el vasto mar,<br />o en un vagón de sleeping-car.<br /><br />El dromedario del desierto,<br />barco vivo, le lleva a un puerto.<br /><br />Sobre el raudo trineo trepa<br />en la blancura de la estepa.<br /><br />O en el silencio de cristal<br />que ama la aurora boreal.<br /><br />El cantor va a pie por los prados,<br />entre las siembras y ganados.<br /><br />Y entra en su Londres en el tren,<br />y en asno a su Jerusalén.<br /><br />Con estafetas y con malas,<br />va el cantor por la humanidad.<br /><br />En canto vuela, con sus alas:<br />Armonía y Eternidad. </div>Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4725555756274041700.post-45183813403785659452009-05-03T16:33:00.000-07:002009-05-03T16:33:00.320-07:00Poema: El Faisán de Rubén Darío<div style="text-align: center;">Dijo sus secretos el faisán de oro:<br />En el gabinete mi blanco tesoro,<br />de sus claras risas el divino coro,<br /><br />las bellas figuras de los gobelinos,<br />los cristales llenos de aromados vinos,<br />las rosas francesas en los vasos chinos.<br /><br />(Las rosas francesas, porque fue allá en Francia<br />donde en el retiro de la dulce estancia<br />esas frescas rosas dieron su fragancia.)<br /><br />La cena esperaba. Quitadas las vendas,<br />iban mil amores de flechas tremendas<br />en aquella noche de Carnestolendas.<br /><br />La careta negra se quitó la niña,<br />y tras el preludio de una alegre riña<br />apuró mi boca vino de su viña.<br /><br />Vino de la viña de la boca loca,<br />que hace arder el beso, que el mordisco invoca.<br />¡Oh los blancos dientes de la loca boca!<br /><br />En su boca ardiente yo bebí los vinos,<br />y, pinzas rosadas, sus dedos divinos<br />me dieron las fresas y los langostinos.<br /><br />Yo la vestimenta de Pierrot tenía,<br />y aunque me alegraba y aunque me reía,<br />moraba en mi alma la melancolía.<br /><br />La carnavalesca noche luminosa<br />dio a mi triste espíritu la mujer hermosa,<br />sus ojos de fuego, sus labios de rosa.<br /><br />Y en el gabinete del café galante<br />ella se encontraba con su nuevo amante,<br />peregrino pálido de un país distante.<br /><br />Llegaban los ecos de vagos cantares<br />y se despedían de sus azahares<br />miles de purezas en los bulevares.<br /><br />Y cuando el champaña me cantó su canto,<br />por una ventana vi que un negro manto<br />de nube, de Febo cubría el encanto.<br /><br />Y dije a la amada un día: ¿No viste<br />de pronto ponerse la noche tan triste?<br />¿Acaso la Reina de luz ya no existe?<br /><br />Ella me miraba. Y el faisán cubierto<br />de plumas de oro: «¡Pierrot, ten por cierto<br />que tu fiel amada, que la Luna ha muerto!» </div>Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4725555756274041700.post-77438375038226177932009-05-03T16:30:00.000-07:002009-05-03T16:30:02.398-07:00Poema: El País del Sol de Rubén Darío<div style="text-align: center;">Junto al negro palacio del rey de la isla de Hierro (¡Oh, cruel, horrible, destierro!) ¿Cómo es que<br />tú, hermana armoniosa, haces cantar al cielo gris, tu pajarera de ruiseñores, tu formidable caja musical?<br />¿No te entristece recordar la primavera en que oíste a un pájaro divino y tornasol<br /><br />en el país del sol?<br /><br />En el jardín del rey de la isla de Oro (¡oh, mi ensueño que adoro!) fuera mejor que tú, armoniosa<br />hermana, amaestrases tus aladas flautas, tus sonoras arpas; tú que nacistes donde más lindos nacen el clavel de sangre y la rosa de arrebol,<br /><br />en el país del sol!<br /><br />O en el alcázar de la reina de la isla de Plata (Schubert, solloza la Serenata...) pudieras también, hermana<br />armoniosa, hacer que las místicas aves de tu alma alabasen, dulce, dulcemente, el claro de luna, los vírgenes lirios, la monja paloma y el cisne marqués. La mejor plata se funde en un ardiente crisol,<br /><br />en el país del sol!<br /><br />Vuelve, pues a tu barca, que tiene lista la vela (resuena, lira, Céfiro, vuela) y parte, armoniosa<br />hermana, a donde un príncipe bello, a la orilla del mar, pide liras, y versos y rosas, y acaricia sus rizos de<br />oro bajo un regio y azul parasol,<br /><br />en el país del sol! </div>Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4725555756274041700.post-26898084598825583042009-05-02T16:24:00.000-07:002009-05-02T16:24:01.047-07:00Poema: El Poeta Pregunta por Stella de Rubén Darío<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://img233.imageshack.us/img233/9682/462004lirios4aa.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 196px; height: 279px;" src="http://img233.imageshack.us/img233/9682/462004lirios4aa.jpg" alt="" border="0" /></a><br /><div style="text-align: center;">Lirio divino, lirio de las Anunciaciones;<br />lirio, florido príncipe,<br />hermano perfumado de las estrellas castas,<br />joya de los abriles.<br /><br />A ti las blancas dianas de los parques ducales;<br />los cuellos de los cisnes,<br />las místicas estrofas de cánticos celestes<br />y en el sagrado empíreo la mano de las vírgenes.<br /><br />Lirio, boca de nieve donde sus dulces labios<br />la primavera imprime:<br />en tus venas no corre la sangre de las rosas pecadoras,<br />sino el ícor excelso de las flores insegnes.<br /><br />Lirio real y lírico<br />que naces con la albura de las hostias sublimes,<br />de las cándidas perlas<br />y del lino sin mácula de las sobrepellices:<br />¿Has visto acaso el vuelo del alma de mi Stella,<br />la hermana de Ligera, por quien mi canto a veces es tan triste? </div>Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4725555756274041700.post-51625792822339012322009-05-02T16:19:00.000-07:002009-05-02T16:19:00.944-07:00Poema: El Reino Interior de Rubén Darío<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://deamoresydesombras.blogia.com/upload/20070922075435-cascada-en-la-selva.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 262px; height: 196px;" src="http://deamoresydesombras.blogia.com/upload/20070922075435-cascada-en-la-selva.jpg" alt="selva de verde belleza" border="0" /></a><br /><div style="text-align: center;">Una selva suntuosa<br />en el azul celeste su rudo perfil calca.<br />Un camino. La tierra es de color de rosa,<br />cual la que pinta fra Doménico Cavalca<br />en sus Vidas de santos. Se ven extrañas flores<br />de la flora gloriosa de los cuentos azules,<br />y entre las ramas encantadas, papemores<br />cuyo canto extasiara de amor a los bulbules.<br />(Papemor: ave rara; Bulbules: ruiseñores.)<br /><br />* * *<br /><br />Mi alma frágil se asoma a la ventana obscura<br />de la torre terrible en que ha treinta años sueña.<br />La gentil Primavera primavera le augura.<br />La vida le sonríe rosada y halagüeña.<br />Y ella exclama: «¡Oh fragante día! ¡Oh sublime día!<br />Se diría que el mundo está en flor; se diría<br />que el corazón sagrado de la tierra se mueve<br />con un ritmo de dicha; luz brota, gracia llueve.<br />¡Yo soy la prisionera que sonríe y que canta!»<br />Y las manos liliales agita, como infanta<br />real en los balcones del palacio paterno.<br /><br />* * *<br /><br />¿Qué són se escucha, són lejano, vago y tierno?<br />Por el lado derecho del camino adelanta<br />el paso leve una adorable teoría<br />virginal. Siete blancas doncellas, semejantes<br />a siete blancas rosas de gracia y de harmonía<br />que el alba constelara de perlas y diamantes.<br />¡Alabastros celestes habitados por astros:<br />Dios se refleja en esos dulces alabastros!<br />Sus vestes son tejidos del lino de la luna.<br />Van descalzas. Se mira que posan el pie breve<br />sobre el rosado suelo, como una flor de nieve.<br />Y los cuellos se inclinan, imperiales, en una<br />manera que lo excelso pregona de su origen.<br />Como al compás de un verso su suave paso rigen.<br />Tal el divino Sandro dejara en sus figuras<br />esos graciosos gestos en esas líneas puras.<br />Como a un velado són de liras y laúdes,<br />divinamente blancas y castas pasan esas<br />siete bellas princesas. Y esas bellas princesas<br />son las siete Virtudes.<br /><br />* * *<br /><br />Al lado izquierdo del camino y paralela-<br />mente, siete mancebos ?oro, seda, escarlata,<br />armas ricas de Oriente? hermosos, parecidos<br />a los satanes verlenianos de Ecbatana,<br />vienen también. Sus labios sensuales y encendidos,<br />de efebos criminales, son cual rosas sangrientas;<br />sus puñales, de piedras preciosas revestidos<br />ojos de víboras de luces fascinantes,<br />al cinto penden; arden las púrpuras violentas<br />en los jubones; ciñen las cabezas triunfantes<br />oro y rosas; sus ojos, ya lánguidos, ya ardientes,<br />son dos carbunclos mágicos del fulgor sibilino,<br />y en sus manos de ambiguos príncipes decadentes<br />relucen como gemas las uñas de oro fino.<br />Bellamente infernales,<br />llenan el aire de hechiceros veneficios<br />esos siete mancebos. Y son los siete vicios,<br />los siete poderosos pecados capitales.<br /><br />* * *<br /><br />Y los siete mancebos a las siete doncellas<br />lanzan vivas miradas de amor. Las Tentaciones.<br />De sus liras melifluas arrancan vagos sones.<br />Las princesas prosiguen, adorables visiones<br />en su blancura de palomas y de estrellas.<br /><br />* * *<br /><br />Unos y otras se pierden por la vía de rosa,<br />y el alma mía queda pensativa a su paso.<br />¡Oh! ¿Qué hay en ti, alma mía?<br />¡Oh! ¿Qué hay en ti, mi pobre infanta misteriosa?<br />¿Acaso piensas en la blanca teoría?<br />¿Acaso<br />los brillantes mancebos te atraen, mariposa?<br /><br />* * *<br /><br />Ella no me responde.<br />Pensativa se aleja de la obscura ventana<br />pensativa y risueña,<br />de la Bella-durmiente-del-bosque tierna hermana,<br />y se adormece en donde<br />hace treinta años sueña.<br /><br />* * *<br /><br />Y en sueño dice: «¡Oh dulces delicias de los cielos!<br />¡Oh tierra sonrosada que acarició mis ojos!<br />¡Princesas, envolvedme con vuestros blancos velos!<br />¡Príncipes, estrechadme con vuestros brazos rojos!» </div>Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4725555756274041700.post-35333331600373005312009-05-02T16:16:00.000-07:002009-05-02T16:16:01.381-07:00Poema Elogio de la Seguidilla de Rubén Darío<div style="text-align: center;">Metro mágico y rico que al alma expresas<br />llameantes alegrías, penas arcanas,<br />desde en los suaves labios de las princesas<br />hasta en las bocas rojas de las gitanas.<br /><br />Las almas armoniosas buscan tu encanto,<br />sonora rosa métrica que ardes y brillas,<br />y España ve en tu ritmo, siente en tu canto<br />sus hembras, sus claveles, sus manzanillas.<br /><br />Vibras al aire alegre como una cinta,<br />el músico te adula, te ama el poeta;<br />Rueda en ti sus fogosos paisajes pinta<br />con la audaz policromía de su paleta.<br /><br />En ti el hábil orfebre cincela el marco<br />en que la idea-perla su oriente acusa,<br />o en tu cordaje armónico formas el arco<br />con que lanza sus flechas la airada musa.<br /><br />A tu voz en el baile crujen las faldas,<br />los piececitos hacen brotar las rosas<br />e hilan hebras de amores las Esmeraldas<br />en ruecas invisibles y misteriosas.<br /><br />La andaluza hechicera, paloma arisca,<br />por ti irradia, se agita, vibra y se quiebra,<br />con el lánguido gesto de la odalisca<br />o las fascinaciones de la culebra.<br /><br />Pequeña ánfora lírica de vino llena<br />compuesto por la dulce musa Alegría<br />con uvas andaluzas, sal macarena,<br />flor y canela frescas de Andalucía.<br /><br />Subes, creces, y vistes de pompas fieras;<br />retumbas en el ruido de las metrallas,<br />ondulas con el ala de las banderas,<br />suenas con los clarines de las batallas.<br /><br />Tienes toda la lira: tienes las manos<br />que acompasan las danzas y las canciones;<br />tus órganos, tus prosas, tus cantos llanos<br />y tus llantos que parten los corazones.<br /><br />Ramillete de dulces trinos verbales,<br />jabalina de Diana la Cazadora,<br />ritmo que tiene el filo de cien puñales,<br />que muerde y acaricia, mata y enflora.<br /><br />Las Tirsis campesinas de ti están llenas,<br />y aman, radiosa abeja, tus bordoneos;<br />así riegas tus chispas las nochebuenas<br />como adornas la lira de los Orfeos.<br /><br />Que bajo el sol dorado de Manzanilla<br />que esta azulada concha del cielo baña,<br />polítona y triunfante, la seguidilla<br />es la flor del sonoro Pindo de España. </div>Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4725555756274041700.post-18020933874555520592009-05-01T16:15:00.000-07:002009-05-01T16:15:00.798-07:00Poema: Epístola de Rubén Darío<div style="text-align: center;">I<br /><br />Madame Lugones, J'ai commencé ces vers<br />en écoutant la voix d'un carillon d'Anvers...<br />¡Así empecé, en francés, pensando en Rodenbach<br />cuando hice hacia el Brasil una fuga... de Bach!<br /><br />En Río de Janeiro iba yo a proseguir,<br />poniendo en cada verso el oro y el zafir<br />y la esmeralda de esos pájaros-moscas<br />que melifican entre las áureas siestas foscas<br />que temen los que temen el cruel vómito negro.<br />Ya no existe allá fiebre amarilla. ¡Me alegro!<br />Et pour cause. Yo pan-americanicé<br />con un vago temor y con muy poca fe<br />en la tierra de los diamantes y la dicha<br />tropical. Me encantó ver la vera machicha,<br />mas encontré también un gran núcleo cordial<br />de almas llenas de amor, de ensueños, de ideal.<br />Y si había un calor atroz, también había<br />todas las consecuencias y ventajas del día,<br />en panorama igual al de los cuadros y hasta<br />igual al que pudiera imaginarse... Basta.<br />Mi ditirambo brasileño es ditirambo<br />que aprobaría su marido. Arcades ambo.<br /><br />II<br /><br />Mas el calor de ese Brasil maravilloso,<br />tan fecundo, tan grande, tan rico, tan hermoso,<br />a pesar de Tijuca y del cielo opulento,<br />a pesar de ese foco vivaz de pensamiento,<br />a pesar de Nabuco, embajador, y de<br />los delegados panamericanos que<br />hicieron posible por hacer cosas buenas,<br />saboreé lo ácido del saco de mis penas;<br />quiero decir que me enfermé. La neurastenia<br />es un dón que me vino con mi obra primigenia.<br />¡Y he vivido tan mal, y tan bien, cómo y tánto!<br />¡Y tan buen comedor guardo bajo mi manto!<br />¡Y tan buen bebedor tengo bajo mi capa!<br />¡Y he gustado bocados de cardenal y papa!...<br />Y he exprimido la ubre cerebral tantas veces,<br />que estoy grave. Esto es mucho ruido y pocas nueces,<br />según dicen doctores de una sapiencia suma.<br />Mis dolencias se van en ilusión y espuma.<br />Me recetan que no haga nada ni piense nada,<br />que me retire al campo a ver la madrugada<br />con las alondras y con Garcilaso, y con<br />el sport. ¡Bravo! Sí. Bien. Muy bien. ¿Y La Nación?<br />¿Y mi trabajo diario y preciso y fatal?<br />¿No se sabe que soy cónsul como Stendhal?<br />Es preciso que el médico que eso recete, dé<br />también libro de cheques para el Crédit Lyonnais,<br />y envíe un automóvil devorador del viento,<br />en el cual se pasee mi egregio aburrimiento,<br />harto de profilaxis, de ciencia y de verdad.<br /><br />III<br /><br />En fin, convaleciente, llegué a nuestra ciudad<br />de Buenos Aires, no sin haber escuchado<br />a míster Root a bordo del Charleston sagrado;<br />mas mi convalecencia duró poco. ¿Qué digo?<br />Mi emoción, mi estusiasmo y mi recuerdo amigo,<br />y el banquete de La Nación, que fue estupendo,<br />y mis viejas siringas con su pánico estruendo,<br />y ese fervor porteño, ese perpetuo arder,<br />y el milagro de gracia que brota en la mujer<br />argentina, y mis ansias de gozar de esa tierra,<br />me pusieron de nuevo con mis nervios en guerra.<br />Y me volví a París. Me volví al enemigo<br />terrible, centro de la neurosis, ombligo<br />de la locura, foco de todo surmenage<br />donde hago buenamente mi papel de sauvage<br />encerrado en mi celda de la rue Marivaux,<br />confiando sólo en mí y resguardando el yo.<br />¡Y si lo resguardara, señora, si no fuera<br />lo que llaman los parisienses una pera!<br />A mi rincón me llegan a buscar las intrigas,<br />las pequeñas miserias, las traiciones amigas,<br />y las ingratitudes. Mi maldita visión<br />sentimental del mundo me aprieta el corazón,<br />y así cualquier tunante me explotará a su gusto.<br />Soy así. Se me puede burlar con calma. Es justo.<br />Por eso los astutos, los listos, dicen que<br />no conozco el valor del dinero. ¡Lo sé!<br />Que ando, nefelibata, por las nubes... Entiendo.<br />Que no soy hombre práctico en la vida... ¡Estupendo!<br />Sí, lo confieso: soy inútil. No trabajo<br />por arrancar a otro su pitanza; no bajo<br />a hacer la vida sórdida de ciertos previsores.<br />Y no ahorro ni en seda, ni en champaña, ni en flores.<br />No combino sutiles pequeñeces, ni quiero<br />quitarle de la boca su pan al compañero.<br />Me complace en los cuellos blancos ver los diamantes.<br />Gusto de gentes de maneras elegantes<br />y de finas palabras y de nobles ideas.<br />Las gentes sin higiene ni urbanidad, de feas<br />trazas, avaros, torpes, o malignos y rudos,<br />mantienen, lo confieso, mis entusiasmos mudos.<br />No conozco el valor del oro... ¿Saben esos<br />que tal dicen lo amargo del jugo de mis sesos,<br />del sudor de mi alma, de mi sangre y mi tinta,<br />del pensamiento en obra y de la idea encinta?<br />¿He nacido yo acaso hijo de millonario?<br />¿He tenido yo Cirineo en mi Calvario?<br /><br />IV<br /><br />Tal continué en París lo empezado en Anvers.<br />Hoy, heme aquí en Mallorca, la terra dels foners,<br />como dice Mossen Cinto, el gran Catalán.<br />Y desde aquí, señora, mis versos a ti van,<br />olorosos a sal marina y azahares,<br />al suave aliento de las islas Baleares.<br />Hay un mar tan azul como el Partenopeo.<br />Y el azul celestial, vasto como un deseo,<br />su techo cristalino bruñe con sol de oro.<br />Aquí todo es alegre, fino, sano y sonoro.<br />Barcas de pescadores sobre la mar tranquila<br />descubro desde la terraza de mi villa,<br />que se alza entre las flores de su jardín fragante,<br />con un monte detrás y con la mar delante.<br /><br />V<br /><br />A veces me dirijo al mercado, que está<br />en la Plaza Mayor. (¿Qué Coppée, no es verdá?)<br />Me rozo con un núcleo crespo de muchedumbre<br />que viene por la carne, la fruta y la legumbre.<br />Las mallorquinas usan una modesta falda,<br />pañuelo en la cabeza y la trenza a la espalda.<br />Esto, las que yo he visto, al pasar, por supuesto.<br />Y las que no la lleven no se enojen por esto.<br />He visto unas payesas con sus negros corpiños,<br />con cuerpos de odaliscas y con ojos de niños;<br />y un velo que les cae por la espalda y el cuello,<br />dejando al aire libre lo obscuro del cabello.<br />Sobre la falda clara, un delantal vistoso.<br />Y saludan con un bon dia tengui gracioso,<br />entre los cestos llenos de patatas y coles,<br />pimientos de corales, tomates de arreboles,<br />sonrosadas cebollas, melones y sandías,<br />que hablan de las Arabias y las Andalucías.<br />Calabazas y nabos para ofrecer asuntos<br />a Madame Noailles y Francis Jammes juntos.<br /><br />A veces me detengo en la plaza de abastos<br />como si respirase soplos de vientos vastos,<br />como si se me entrase con el respiro el mundo.<br />Estoy ante la casa en que nació Raimundo<br />Lulio. Y en ese instante mi recuerdo me cuenta<br />las cosas que le dijo la Rosa a la Pimienta...<br />¡Oh, cómo yo diría el sublime destierro<br />y la lucha y la gloria del mallorquín de hierro!<br />¡Oh, cómo cantaría en un carmen sonoro<br />la vida, el alma, el numen, del mallorquín de oro!<br />De los hondos espíritus es de mis preferidos.<br />Sus robles filosóficos están llenos de nidos<br />de ruiseñor. Es otro y es hermano del Dante.<br />¡Cuántas veces pensara su verbo de diamente<br />delante la Sorbona viaja del París sabio!<br />¡Cuántas veces he visto su infolio y su astrolabio<br />en una bruma vaga de ensueño, y cuántas veces<br />le oí hablar a los árabes cual Antonio a los peces,<br />en un imaginar de pretéritas cosas<br />que, por ser tan antiguas, se sienten tan hermosas!<br /><br />VI<br /><br />Hice una pausa.<br />El tiempo se ha puesto malo. El mar<br />a la furia del aire no cesa de bramar.<br />El temporal no deja que entren los vapores. Y<br />Un yatch de lujo busca refugio en Porto-Pi.<br />Porto-Pi es una rada cercana y pintoresca.<br />Vista linda: aguas bellas, luz dulce y tierra fresca.<br /><br />¡Ah, señora, si fuese posible a algunos el<br />dejar su Babilonia, su Tiro, su Babel,<br />para poder venir a hacer su vida entera<br />en esa luminosa y espléndida ribera!<br /><br />Hay no lejos de aquí un archiduque austriaco<br />que las pomas de Ceres y las uvas de Baco<br />cultiva, en un retiro archiducal y egregio.<br />Hospeda como un monje ?y el hospedaje es regio?.<br />Sobre las rocas se alza la mansión señorial<br />y la isla le brinda ambiente imperial.<br /><br />Es un pariente de Jean Orth. Es un atrida<br />que aquí ha encontrado el cierto secreto de su vida.<br />Es un cuerdo. Aplaudamos al príncipe discreto<br />que aprovecha a la orilla del mar ese secreto.<br />La isla es florida y llena de encanto en todas partes.<br />Hay un aire propicio para todas las artes.<br />En Pollensa ha pintado Santiago Rusiñol<br />cosas de flor de luz y de seda de sol.<br />Y hay villa de retiro espiritual famosa:<br />la literata Sand escribió en Valldemosa<br />un libro. Ignoro si vino aquí con Musset,<br />y si la vampiresa sufrió o gozó, no sé*.<br /><br />¿Por qué mi vida errante no me trajo a estas sanas<br />costas antes de que las prematuras canas<br />de alma y cabeza hicieran de mí la mezcolanza<br />formada de tristeza, de vida y esperanza?<br />¡Oh, qué buen mallorquín me sentiría ahora!<br />¡Oh, cómo gustaría sal de mar, miel de aurora,<br />al sentir como en un caracol en mi cráneo<br />el divino y eterno rumor mediterráneo!<br />Hay en mí un griego antiguo que aquí descansó un día,<br />después de que le dejaron loco de melodía<br />las sirenas rosadas que atrajeron su barca.<br />Cuanto mi ser respira, cuanto mi vista abarca,<br />es recordado por mis íntimos sentidos;<br />los aromas, las luces, los ecos, los ruidos,<br />como en ondas atávicas me traen añoranzas<br />que forman mis ensueños, mis vidas y esperanzas.<br /><br />Mas, ¿dónde está aquel templo de mármol, y la gruta<br />donde mordí aquel seno dulce como una fruta?<br />¿Dónde los hombres ágiles que las piedras redondas<br />recogían para los cueros de sus hondas?...<br /><br />Calma, calma. Esto es mucha poesía, señora.<br />Ahora hay comerciantes muy modernos. Ahora<br />mandan barcos prosaicos la dorada Valencia,<br />Marsella, Barcelona y Génova. La ciencia<br />comercial es hoy fuerte y lo acapara todo.<br />Entretanto, respiro mi salitre y mi yodo<br />brindados por las brisas de aqueste golfo inmenso,<br />y a un tiempo, como Kant y como el asno, pienso.<br />Es lo mejor.<br /><br />VII<br /><br />Y aquí mi epístola concluye.<br />Hay un ansia de tiempo que de mi pluma fluye<br />a veces, como hay veces de enorme economía.<br />«Si hay, he dicho, señora, alma clara, es la mía».<br />Mírame transparentemente, con tu marido,<br />y guárdame lo que tú puedas del olvido. </div>Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4725555756274041700.post-36088529293827166322009-05-01T16:07:00.000-07:002009-05-01T16:07:00.347-07:00Poema: Epitalamio Bárbaro de Rubén Darío<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://www.via-andanti.org/peppino/alba_d_oro.JPG"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 254px; height: 169px;" src="http://www.via-andanti.org/peppino/alba_d_oro.JPG" alt="el alba de oro" border="0" /></a><br /><div style="text-align: center;">El alba aún no aparece en su gloria de oro.<br />Canta el mar con la música de sus ninfas en coro<br />y el aliento del campo se va cuajando en bruma.<br />Teje la náyade el encaje de su espuma<br />y el bosque inicia el himno de sus flautas de pluma.<br />Es el momento en que el salvaje caballero<br />se ve pasar. La tribu aúlla y el ligero<br />caballo es un relámpago, veloz como una idea.<br />A su paso, asustada, se para la marea.<br />La náyade interrumpe la labor que ejecuta<br />y el director del bosque detiene la batuta.<br />¿Qué pasa? desde el lecho pregunta Venus bella.<br />Y Apolo: Es Sagitario que ha robado una estrella. </div>Unknownnoreply@blogger.com